¿Qué se recuerda el 16 de septiembre en las escuelas secundarias? ¿Qué sucedió ese día en 1976? ¿Por qué se conmemora el Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios? Para responder esas preguntas debemos partir del episodio conocido como «La noche de los lápices» y de un breve recorrido por la historia del movimiento estudiantil en nuestro país.

¿Por qué recordamos esta fecha?

El 16 de septiembre se conmemora el «Día de los derechos de los estudiantes», en homenaje a un grupo de estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, que fueron secuestrados duarante la última dictadura miltar en Argentina. Este episodio se recuerda como «La noche de los lápices».

En septiembre de 1976, un grupo de efectivos policiales del Batallón 601 organizó un operativo para capturar a jóvenes de entre 16 y 18 años, de distintas pertencias políticas, que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, entre otras acciones.

Los estudiantes fueron sometidos a torturas y vejámenes en distintos centros clandestinos de detención, entre ellos: el Pozo de Arana, el Pozo de Banfield, la Brigada de Investigaciones de Quilmes y la Brigada de Avellaneda.

TELAM

Una breve historia del movimiento estudiantil en Argentina

El movimiento estudiantil argentino tien una larga historia. De hecho, en junio de este año se cumplieron 104 años de la Reforma Universitaria, cuyo punto de partida tuvo lugar en la Universisdad Nacional de Córdoba cuando un grupo de estudiantes se organizó para reclamar por la democratización de la enseñanza. Las demandas de los estudiantes eran revolucionarias para época, pedían la autonimía universitaria; el cogobierno (que los estudiantes participen en el gobierno de la universidad); concursos para las cátedras; y el desarrollo de políticas de extensión universitaria para acercarse a la sociedad. El movimiento reformista se extendió por otras universidades argentinas y también hacia todo el continente.

Imagen: Movilización a favor de la enseñanza laica encabezada por Risieri Frondizi, hermano del presidente y Rector de la Universidad de Buenos Aires. 

En 1953, con la creación de la Unión de Estudiantes Secundarios, los estudiantes ya tenían su lugar en la escena pública. Pero su crecimiento se dio a fines de esa década cuando el gobierno encabezado por Arturo Frondizi impulsó la sanción de la Ley Domingorena que autorizaba a las universidades privadas a otorgar títulos profesionales. El conflicto fue conocido como educación «laica» o «libre» y el movimiento estudiantil secundario se alió con el universitario, organizado por la Federación Universitaria Argentina, para oponerse a esta medida. 

En Argentina, el 29 de julio de 1966, tuvo lugar la llamada «Noche de los bastones largos«. Esa noche, la Policía Federal desalojó violentamente cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires ocupadas por estudiantes, graduados y docentes que se oponían a la decisión de la dictadura de Juan Carlos Onganía de intervenir las universidades.  

Durante la dictadura de 1976, y a pesar de la represión, existieron ciertas formas de resistencia que se volvieron más visibles luego de la derrota en la guerra de Malvinas (1982). Desde entonces se dio un proceso que algunos investigadores caracterizan como de «entusiasmo democrático», porque millares de personas –muchas de ellas jóvenes- se volcaron a diferentes formas de participación en sintonía con los diversos reclamos de democratización de la vida social que tuvo su auge en la «primavera democrática».

 

La democracia y la lucha por los derechos humanos fueron los dos pilares de ese proceso. La película La noche de los lápices, dirigida por Héctor Olivera y estrenada en 1986, condensó algunos de los rasgos centrales de este clima de época. En aquellos primeros años de la democracia, esta película funcionó como una bandera para los centros de estudiantes que volvieron a abrirse o se conformaron. El episodio estaba protagonizado por estudiantes, lo que provocaba –y provoca– una fuerte identificación, y el peso del relato estaba en la lucha estudiantil de 1975 por el boleto, una causa que puede convocar adhesiones aún hoy en día. De hecho, el 3 de julio del año 2013, se sancionó la ley 26877 para promover y dar marco normativo a la creación y el funcionamiento de los centros de estudiantes. 

En los años ochenta, la película La historia oficial, dirigida por Luis Puenzo y estrenada un año antes que La noche de los lápices, también permite apreciar esta nueva instancia de protagonismo estudiantil (en sintonía con la reactivación de la sociedad civil), sobre todo en aquellas escenas donde docentes y estudiantes se animan a revisar la historia argentina en el mismo momento en que se encaminan a transformar sus experiencias.

En la historia del movimiento estudiantil todavía queda mucho por escribir. En estas últimas décadas, los estudiantes fueron reinventando las formas de organización, que no se agotaron en la creación de centros de estudiantes, sino que también en otras estrategias de participación política tendientes a visibilizarlos/as como colectivo social. Ello coincide con la reciente sanción del «voto joven», lo que permite –optativamente- la elección de representantes a partir de los 16 años. 

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