Un día como hoy nacía Mugica, un hombre que sirvió a los más necesitados en el peor momento de la historia nacional. Conozcan su vida en esta nota.

De origen aristocrático

Nacido el 7 de octubre de 1730, Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe creció en una familia antiperonista, católica y de terratenientes adinerados; descendientes del gobernador Pascual Echagüe.

Al cumplir los 20, en 1950, viajó a Europa con varios sacerdotes amigos, entre ellos Alejandro Mayol, quien luego sería integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Fue una experiencia fundacional, ya que de regreso en Argentina abandonó Derecho e ingresó al Seminario Metropolitano de Buenos Aires para iniciar su carrera sacerdotal.

En 1965 participó de las jornadas “Diálogo entre católicos y marxistas”, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA donde conoció a los fundadores de Montoneros, desde su rol como asesor de la Juventud de Acción Católica en el Nacional Buenos Aires, donde habían estudiado. Durante su vínculo tendrían diferencias con respecto al uso de la violencia en la lucha revolucionaria.

Quiebre ideológico

Gabriel Mariotto, periodista, ex vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, impulsor y redactor de la Ley de Medios, ex diputado del Parlasur y creador del Centro Cultural Padre Mugica, es un seguidor de la vida y obra del sacerdote, sostiene que:

“El mismo 16 de septiembre de 1955 va al conventillo de La Boca, donde misionaba, y ve un graffiti que decía ‘Sin Perón no hay Patria ni Dios, abajo los cuervos’. Así lo recibían los compañeros y las compañeras del conventillo y él venía de brindar con su familia aristocrática en el corazón de Recoleta. Ese graffiti fue un golpe y pensó: ‘O yo estoy equivocado o las compañeras y compañeros del conventillo están equivocados'».

Su renuncia al poder

«Él militaba mucho en la Villa 31, cuando asumió en Bienestar Social», contó Mariotto, “Perón lo manda a llamar para que esté en el charter, en su regreso el 17 de noviembre del 72 y le ofrece un lugar en Bienestar Social. Lo discute con los villeros y considera que era un lugar importante porque iba a poder recibir recursos para la villa. El Ministro de Bienestar Social prácticamente era López Rega. Entró en una contradicción muy grande. Renuncia públicamente a López Rega, pero reafirma la pertenenecia a las filas que conduce el General Perón. Esta renuncia le costó la muerte”.

Mugica consideraba que el plan de erradicación de las villas era un negocio con empresas privadas y no dejaba lugar para la participación de los villeros.

Gabriel Mariotto

Su asesinato

Mugica salía de la iglesia de San Francisco Solano, del barrio de Mataderos. Tras la misa y una reunión con un grupo de preparación al matrimonio, caminaba junto a Ricardo Capelli y María del Carmen Artecos hacia su auto, un Renault 4-L azul, estacionado junto a la iglesia.

Unhombre delgado y de bigote se bajó de otro auto y abrió fuego. Con una sola intención, el asesinato, disparó veinte veces con una ametralladora Ingram M-10. De los quince tiros que acertó, varios le perforaron el abdomen y un pulmón. En medio del caos, el padre Vernazza salió de la iglesia, le dio los últimos sacramentos. Lograron trasladarlos al Hospital Salaberry, donde una enfermera lo escuchó decir justo antes de morir: “Nunca más que ahora debemos permanecer unidos junto al pueblo”.

Gabriel Mariotto sostuvo que la muerte del Padre Mugica “fue una operación. Durante años se ponía en discusión si lo habían matado Montoneros o la Triple A. De la investigación quedó en claro que Almirón, custodio de López Rega y juzgado por ese crimen, había estado, junto con un comando de la Triple A, en el último banco de la Iglesia donde lo matan con una ráfaga de ametralladoras”.

Oración escrita por el padre Mugica en 1972, que hoy rezan los curas villeros

“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece. Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no. Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no. Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre. Señor, perdóname por decirles ‘no solo de pan vive el hombre’ y no luchar con todo para que rescaten su pan. Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos. Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz”​.

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